jueves, 12 de octubre de 2006

Para que vuelva la luz -Capítulo I-

Hoy vino Virginia a visitarnos. Cuando viene me olvido un poco del dolor en la columna porque charlamos bastante, a mí me parece que soy el preferido de Virginia por cómo me mira, pero también la he visto bastante simpática con el rubiecito ese de la cama veinticinco. Estuvimos hablando sobre mis hermanos, me contó que están haciendo todos los trámites para que vuelva la luz, yo pienso que deben ser trámites largos porque ayer escuché que el papá de la gordita de la cama de al lado también había ido a hacerlos y que nuestros familiares estaban cada vez más impacientes. A mí todavía me gusta que anochezca afuera y también adentro, total la luna ilumina bastante y no tengo problemas para moverme si quiero ir al baño, pero Virginia me dijo que pronto no va a haber más luna y ya no voy a poder ir al baño sin linterna y no me gustaría ser como todos los demás que necesitan linternas para moverse de noche. Igual hace unos días escuché que el doctor Miguel estaba preocupado y con la cara de enojado esa porque las máquinas no pueden funcionar y eso a mí me preocupó por la gordita de al lado, porque estuvimos hablando y vi que estaba toda pinchada y con cables que le salían de los brazos y el pecho y ella sí que tendría que tener cara de mala y enojarse con la luz que no quiere volver, pero la veo muy tranquila leyendo esas novelas con dibujos que son para niños más chicos. Igual me parece que le está viniendo bien porque cada día está más flaca, tan gorda era al principio y ahora está casi como yo pero más pálida y callada, seguro que esas máquinas servían para que se sienta mejor pero el doctor la vio tan gorda que avisó a la compañía de luz que mejor cortarla por unos días, que era en beneficio para ella aunque se vuelva pálida. Hoy aprendí la palabra beneficio y cada vez la uso más seguido porque veo que a Virginia le sorprende y así tal vez deje de ser tan simpática con el rubiecito ese que parece que no sabe mucho.

Ahora estoy durmiendo en una pieza con mucha gente, pero antes cuando había luz estaba en una pieza solo y venían a visitarme todos con cara triste y me agarraban las manos. Menos mal que parece que mejoré porque me cambiaron a donde estoy ahora y encima viene a verme Virginia, lástima que a veces viene de noche porque no hay luz y no la puedo ver, pero igual me gusta imaginarme su cara, me parece que esto se lo copié al abuelo Luciano que no podía ver pero no por falta de luz sino porque los ojos no los tenía para ver, mamá dice que eso se llama ceguera pero a mí no me gusta cómo suena la palabra, igual ahora que el abuelo está en el cielo seguramente le pidió a Dios que le dé ojos de verdad como los de la gente y no de adorno como los jarrones y las frutas de plástico que tenemos en la cocina de mi casa. Hay algunos jarrones que son de lo más bonitos pero yo me acuerdo una vez que vi al abuelo sin lentes de sol y no me gustaron nada los jarrones que tenía de ojos, aunque ahora que no hay más luz me gustaría que vuelva así ve que todo el mundo tiene los ojos de
adorno, porque mamá me decía que el abuelo a veces se sentía mal por los jarrones y las frutas de plástico.


Me parece que la luz no se cortó por la gordura de la gordita, porque ya está demasiado flaca y tal vez alguien le tendría que decir al doctor Miguel que la prenda de vuelta porque capaz que le agarra algún ataque de esos que le agarraban antes. Igual parece que está mejor porque los doctores la saludan cada vez más y le acarician las manos y eso siempre pasa cuando los doctores están contentos de que uno se ponga bien, yo me acuerdo que cuando saludaban y acariciaban a Sergio después se lo llevaron y seguro que ya puede jugar al fútbol y comer lo que quiera mientras no necesite estar en la heladera. Creo que Sergio se enojó con algo que le dije, aunque no sé qué, porque no me vino a visitar nunca desde que se lo llevaron, seguro que Sergio no es tan buen amigo como yo pienso, pero igual me gustaría que viniera y que juguemos como antes a la batalla naval y al ajedrez y a ver quién aguanta más sin pestañear.

1 comentario:

No fue Lejos! dijo...

está zarpada en triste la historia, loco...

yo te diría chambón, que la parte II de un vuelco insospechado y todo termine feliz y correr y juegar... como todo cuento de disney, porque tampoco es cuestión de apelar al lagrimón, bah, eso dice mi tía Matilde. Pero no sé, para mí los lárguimas no se pelan...